miércoles, 25 de octubre de 2017

EL CARDO AGUAMAYO

UN CARDO POLIFACÉTICO

“Aguamayo”, así se llama en Montejo de San Miguel al cardo que es conocido en otras tierras como cardencha o cardo de cardador y cuyo nombre científico es Dipsacus sativus.  Dipsacus hace referencia a sediento y sativus a que es cultivado.

El cardo aguamayo.


Este cardo, al que le gustan los suelos húmedos y ricos en nutrientes, recibe el nombre de aguamayo por que tiene sus hojas unidas en torno al tallo formando una especie de cucurucho donde se acumula el agua de las frecuentes lluvias del mes de mayo cuando la planta está  plenamente desarrollada.  De ahí lo de “sediento” y lo de “aguamayo”.

Agua acumulada en el receptáculo que forman sus hojas.


Aunque tiene algunas propiedades medicinales, es diurético,  no he podido constatar que se utilizara con estos fines por las gentes de estas tierras. Tampoco he podido constatar que, a pesar de su nombre “sativus”, haya sido cultivado ni para fines medicinales ni para usos textiles.

Sin embargo este singular cardo, como veremos a continuación, era usado por los niños, las jóvenes y los adultos. Cada uno de estos grupos de personas lo utilizaba para una función diferente: los niños para fabricarse  juguetes, las jóvenes como uso cosmético y los adultos como herramienta para cardar la lana.

EL CARDO Y LOS NIÑOS

Antes los niños y niñas no tenían el acceso que se tiene actualmente a los juguetes. Los Reyes Magos siempre venían pobres y los regalos que traían solían ser cosas útiles para la vida diaria, ropa (jerséis y calcetines hechos por las abuelas), material escolar, dulces, algunas frutas poco comunes… rara vez los Reyes traían juguetes propiamente dichos.

Los niños y niñas tenían que suplir esta carencia de juguetes con su imaginación porque niño/a y juego son dos palabras inseparables. Las cosas más sencillas que les rodeaban podían convertirse en los más sofisticados juguetes. Palos, piedras o cualquier objeto en desuso podía transformarse en el mejor de los juguetes. Un palo podía convertirse en una espada, en un caballo, en una escopeta, en una caña de pescar, en una escoba de bruja… Recordad el anuncio de tv. en el que un niño está desenvolviendo sus regalos y uno de ellos es un palo, al descubrirlo grita hasta la extenuación ¡Un palo! ¡Un palo! ¡Un palo!...

A veces lo más sencillo puede ser lo más divertido y con esta filosofía niños y niñas suplían con creces a los juguetes que se comercializaban pero no estaban a su alcance. Ellos se fabricaban sus propios juguetes. Esto conlleva varias ventajas, desarrollan su imaginación y creatividad, mejoran su psicomotricidad y el manejo de distintos materiales, perfeccionan sus juguetes y los cuidan porque los han hecho ellos con su esfuerzo.

El Museo dedica dos paneles muy completos a juegos infantiles, uno a los niños y otro a las niñas, y pueden verse los juguetes que se hacían ellos mismos.

Actualmente ocurre lo contrario muchos niños y niñas reciben tantos juguetes que a los pocos días han perdido el interés por ellos y pocos son con los que juegan todo un año. Pronto irán a parar al trastero o a la basura. Con el descenso de la natalidad, escasean las familias numerosas y normalmente son muchos los familiares adultos y todos quieren hacer su regalo lo que genera una concentración que no parece muy educativa. Se debería reflexionar sobre la gestión de esta abundancia de regalos.

Vayamos al tema que nos ocupa, el cardo y los niños. En las tardes de otoño, los niños después de salir de la escuela llevaban los bueyes a pacer (pastar) cuando estos no tenían que trabajar. Todas las familias tenían una pareja de bueyes para realizar los trabajos de la labranza. Los bueyes pastaban en la ribera del Ebro, o en las fincas que estaban de barbecho, o bien en los linderos de las fincas que todavía no se habían sembrado. Esto suponía un complemento para la alimentación de los animales y un ahorro en pienso.

Era común esta conversación entre niños:
-         ¿A qué jugamos esta tarde?
-         Yo tengo que ir a cuidar los bueyes. ¿Te vienes conmigo?

A los niños el tiempo se  les hacía eterno mientras los bueyes iban comiendo tranquilamente la hierba. Combatían el aburrimiento jugando entre ellos ya que se solían juntar varios niños con sus respectivos bueyes o si no iban simplemente de acompañantes.

Con la llegada del otoño el cardo se seca.


Uno de tantos entretenimientos era localizar algún cardo aguamayo y hacer con él una especie de carraquilla, sonajero o espantagatos. Había que seleccionar un buen ejemplar de cardo y ponerse manos a la obra. 

Excelente ejemplar seleccionado.


Todos los niños solían disponer de una pequeña navajilla que utilizaban para muchos menesteres. En mis años de infancia no recuerdo ningún incidente violento a cuenta de las navajas, ni en broma ni en serio. La navaja era una herramienta de múltiples usos y como tal se usaba.

Una vez seleccionado el cardo se procedía a cortar el tridente que forma el tronco con las ramas en la parte más alta.  Se le quitaban, con mucho cuidado, los múltiples pinchos del tallo y de las ramas, para no pincharse. 

Se ha cortado el tridente de la cúspide.


Al tridente había que cortarle las ramas de unos 12 cm. de largas y el tallo central de unos 10 cm. Del tallo cortado se reservaba un trozo de unos 15 cm. para hacer la pieza móvil de la carraquilla.

El tronco se deja algo más corto.

Se reserva un trozo del tallo.


Ahora había que localizar un endrino (prunus spinosa) para conseguir un pincho largo que sirviera de eje a la pieza móvil.

Pincho de endrino que servirá de eje.



Con el pincho del endrino se taladra la pieza móvil en el centro y se coloca sobre el tallo central.

El pincho se clava en el centro del palo horizontal.


Colocando la pieza móvil en el tallo central se daba por terminado el trabajo. Ya solo quedaba deslizarlo entre las dos manos con cierta rapidez y comprobar su sonoridad.


La carraquilla está terminada.


Con tanta concentración y ensimismamiento en el trabajo nadie se acordaba de los bueyes y lo más probable es que se hubieran metido en algún cultivo cercano. Cuando los niños se daban cuenta abandonaban todo y salían disparados a sacar a los bueyes del cultivo rezando para que no hubieran hecho mucho destrozo y que no se enteraran ni el dueño ni sus padres. Al atardecer se regresaba a casa con los bueyes y con la preocupación de que si trascendía la invasión del cultivo la  regañina sería segura. No se exhibía mucho la carraquilla, la culpable del despiste, no fuera que diera alguna pista del descuido.


EL CARDO Y LAS JÓVENES

Era creencia extendida entre las jóvenes que el agua que acumula el cardo aguamayo tenía propiedades beneficiosas para el pelo. Una de las propiedades que se le adjudicaba es que hacía crecer más el pelo y la otra que le daba más brillo y belleza.
Era frecuente en aquellos tiempos que las chicas llevaran el pelo largo y esto era a veces motivo para competir sobre quién tenía la melena o la coleta más bonita.
Las tardes de primavera era una buena ocasión para salir en grupo al campo y entre bromas, risas y confidencias de amores aprovechar la ocasión para mojarse el pelo con el agua acumulada en los cardos aguamayos a la vez que cantaban, a modo de conjuro, una cancioncilla que decía:


"Agua de mayo
créceme el pelo
cuatro cuartitas
menos un dedo"


 El cardo acumula gran cantidad de agua en primavera.


No está confirmado que estos cardos transfieran al agua acumulada propiedades beneficiosas para el cabello pero podría deducirse que el agua al ser de lluvia es agua destilada, es decir no tiene sales minerales y esto sí que podría ser beneficioso para el cabello. En cambio, el agua del pueblo tiene bastante cal puesto que todo el terreno es calcáreo.
Podríamos concluir que el agua acumulada en los cardos aguamayo tiene propiedades cosméticas para el cabello al carecer de sales minerales por lo que los beneficios atribuidos por las jóvenes al agua de estos cardos estarían  justificados.


EL CARDO Y LOS MAYORES


Este cardo, también recibe el nombre de “cardador” por utilizarse para cardar la lana y para afinar los tejidos ya terminados.
Se nos plantea un dilema lingüístico, qué fue primero la palabra cardo o la palabra cardar. ¿Qué fue antes el nombre de la planta o la operación de afinar la lana que le dio el nombre a la planta?  ¿Quién fue antes el huevo o la gallina?

En Montejo de San Miguel la mayoría de los vecinos tenían ovejas como complemento a la economía principal que era la agricultura. Aportaban lana, corderos para la venta, carne y pieles. Estaba estipulado que no se debían tener más de 20 ovejas por vecino. Todas las ovejas se agrupaban en un solo rebaño dirigido por un pastor al que, entre todos los vecinos, se le pagaba  en especias con un número determinado de fanegas de trigo. 

El zurrón y la corneta del pastor.

A primera hora de la mañana el pastor tocaba una corneta en la plaza y todos sacaban sus ovejas de los corrales,  una vez reunido todo el rebaño, éste se ponía en marcha en busca de pastos hasta la caída de la tarde en que se recogían.  

Las ovejas merinas tienen una lana de excelente calidad.


Las ovejas aportaban la lana necesaria para abastecimiento de las familias. Las abuelas eran las grandes expertas en todo el proceso de tratamiento de la lana. 

Hilando con la rueca y el uso. Exhibición del Museo 2007.


La esquila la hacían los hombres en primavera pero el resto del trabajo quedaba en manos de las mujeres. La lana que se obtenía de una oveja recibía el nombre de vellón y salía toda en una pieza, como si fuera el abrigo del animal. El esquilador plegaba  todo el vellón sobre si mismo anudándolo a modo de hatillo. 

Manuel Uría esquilando a tijera. A la derecha pueden verse dos vellones de lana. Exhibición del Museo 2007.


En primer lugar se lavaba la lana para quitarle los numerosos elementos extraños que se habían adherido al cuerpo de las ovejas a lo largo del año, a la vez se eliminaban grasilla de la que está impregnada la lana de forma natural, esta grasilla llamada lanolina tiene unas propiedades muy apreciadas en la industria cosmética. Algunas abuelas eran partidarias de no lavar la lana hasta después de haber realizado el proceso de hilado, decían que  la lanolina ayudaba a torcer y  mantener  mejor el hilo.

El proceso de cardar la lana era una de las primeras operaciones que había que hacer. Importante operación que había que realizarla con  meticulosidad para que la lana quedara en un estado óptimo  y todo el proceso se desarrollara satisfactoriamente.

El cardado se realizaba con los cardadores que eran una especie de cepillos anchos y planos con púas metálicas. Entre ambos cepillos enfrentados se ponía una determinada cantidad de lana y se desplazaban en dirección contraria varias veces hasta que se conseguía “peinar” y afinar la lana. Esta operación requería fuerza y habilidad.


Cardador de púas metálicas.


Los cardadores hechos con cardos eran una especie de pequeñas cajas alargadas en la que se alojaban bien sujetas varias cabezas de cardos, estas herramientas estaba dotada de un mango de madera para manejarlas con comodidad.


Cardador hecho con las cabezas del cardo.

Para el hilado se utilizaba la rueca y el huso hasta formar los ovillos. A continuación se unían los hilos de dos ovillos y se procedía al torcido y posteriormente se harían las madejas utilizando la devanadera. 

Rafael hilando con la rueca.


Las abuelas y las madres, en las largas noches de invierno, tejían junto al fuego del hogar y a la luz del candil las prendas necesarias para equipar a todos los miembros de la familia. Jerséis, calcetines,  gorros, guantes y bufandas eran las prendas más corrientes. 

Calcetines de la na de distintas calidades.


Para confeccionar mantas había que desplazarse a pueblos más grandes en los que había telares para tal menester. Otra utilidad que se le daba a la lana era la de hacer colchones o suplementar a los ya existentes y para ello se usaba la lana de las ovejas churras que es de menos calidad que la lana de las ovejas merinas que se destinaba a los tejidos.

La lana de las ovejas churras se destinaba a hacer colchones.


Una vez confeccionada la prenda se la podía repasar con los cardadores de cardo a modo de cepillado para quitar hilos sobresalientes, uniformar más el tejido y conseguir un producto final más suave. Nuestro cardo cumplía una función importante  para conseguir prendas de alta calidad.

Pero este polifacético cardo no se quedó en el uso sencillo y humilde de los hogares de los pueblos. Sus cualidades le llevaron a escalar los más altos puestos dentro  de las fábricas textiles venidas con la segunda revolución industrial.

En Tarrasa (Barcelona) puede verse en el Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña una máquina llamada “percha de cardos” destinada a afinar los tejidos dándoles una perfecta terminación. Un cilindro giratorio lleno cabezas de cardo perfectamente colocadas es el elemento principal de esta máquina.

La percha de cardos con su cilindro lleno de cabezas de aguamayo.



Panel explicativo de la percha de cardos.


También en la Fábrica-Museo “LA ENCARTADA” de Balmaseda (Bizkaya)  se conservan  máquinas similares teniendo como elemento principal al cardo aguamayo. Esta fábrica que estuvo en funcionamiento hasta 1992 tenía como producto estrella la fabricación de boinas por lo que se puede constatar la importancia de nuestro cardo en la industria textil hasta tiempos bien recientes.

Este uso del cardo a nivel industrial hace pensar que quizás tenga justificación su nombre “sativus” (cultivado) dado que la demanda para estos usos textiles debía ser alta y quizás no fuera suficiente con la recolección de los ejemplares silvestres. Teniendo en cuenta la delicadeza de sus púas también es de suponer que habría que reponer con cierta frecuencia las cabezas de los cardos de estas máquinas y al ser cultivado se supone que la calidad de los cardos para estos usos sería mayor y estaría más controlada.

Otro uso que se le suele dar a este polifacético cardo es como adorno para centros y ramos de flores secas, para ello es imprescindible quitarle todas las espinas del tallo y de las ramas.Y como su color en seco es poco vistoso lo normal es que los tiñan de distintos colores.

Ahora, cuando vayamos por los campos y veamos a este simpático y elegante cardo quizás le miremos con otros ojos y esbocemos una sonrisa de complicidad.


DICHOS Y REFRANES


“Ir a por lana y salir trasquilado”
“Unos se llevan la fama  y otros cardan la lana  ”
“Poco a poco va hilando la vieja el copo”

12 comentarios:

  1. Felicidades al Museo y a Julio por esta interesantísima entrada, y por su iniciativa de rescatar la memoria de las tradiciones de Montejo de San Miguel, un tesoro de sabiduría y cultura popular.
    Por si fuera de interés copio este enlace a una foto de Dipsacus sativus en flor

    Según recoge Flora Iberica, las inflorescencias espinosas de Dipsacus sativus, una vez secas, se han usado ya desde la época romana para cardar la lana.

    Se trata entonces de un uso tradicional de más de 2.000 años!!

    Gracias por poner en valor el patrimonio cultural de todos

    Esther

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    1. Esther, muchas gracias por visitar el blog del Museo y por tus interesantes aportaciones. ¡Qué divertido es aprender!

      Es un placer tenerte entre nuestros lector@s. Sabes que somos "muy pequeños", pero seguiremos aportando nuestro granito de arena a la conservación y divulgación del patrimonio del mundo rural. La cultura rural también es "una especie en peligro de extinción".

      Un cordial saludo

      Julio Alberto García

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  2. Muchas gracias Julio por compartir tus conocimientos, el artículo ha sido útil y entretenido, me ha llamado dos cosas la atención, el que el número de ovejas fuese limitado a veinte, que supongo sería por la operatividad del pastor y otra, el creer reconocer a este cardo, seco, como unos muy utilizados el épocas pasadas como elemento decorativo junto con otras ramitas que no acierto a explicarte, creo recordar que algunos de estos cardos secos estanban teñidos de colores. Un abrazo Julio.

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    1. Gracias a ti, Alfredo. Me alegro de tener noticias tuyas y de que te haya gustado este humilde cardo.
      En cuanto al nº de ovejas, te diré que estaba limitado por que mi pueblecito tenía un terreno limitado dedicado a pastos: la ribera del Ebro, un monte de encinas, las "revillas" (colinas entre los campos de cultivo) y "perdidos" (tierras baldías). Nuestros antepasados ya comprendieron que esa superficie de pastos debía tener una carga ganadera limitada para permitir su regeneración y evitar la erosión. De ahí el "numerus clausus" de ovejas por vecino. Ahora tenemos el problema contrario, no hay ganadería con lo que la vegetación crece descontroladamente creando dos problemas: algunas zonas son intransitables y el peligro de incendios por la acumulación de "combustible".
      En cuanto a su carácter decorativo que comentas también lo he observado en alguna ocasión. Con tu permiso pondré esta aportación en el artículo.

      Un abrazo

      Julio Alberto G.

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    2. Muchas gracis Julio por tua amable palabras. Faltaría mas , sería un orgullo el poder haber te aportado algo. También hecghé de menos enla descripción del tratamento de limpieza de los vellones en tradicional "Batán". Un abrazo y recuerdo a Marivel.

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    3. Interesante el tema de los batanes. No he hablado de ellos por no desviar y alargar más el tema. Ya buscaremos ocasión para tratarlo.

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  3. Buen trabajo, muy interesante compañero. Se te echa de menos. Un fuerte abrazo.

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    1. Guillermo, un placer. Espero que nos veamos pronto para charlar largo y tendido.

      Un abrazo

      Julio Alberto G.

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  4. Muy interesante el blog y el artículo sobre este tipo de cardo, no sabía que tuviera tantas utilidades. Siempre es un placer poder conocer tantas cosas a través de tus conocimientos.
    Gracias a ti Julio y al museo por esta maravillosa labor que hacéis.

    Un saludo desde Muñico.
    Santi.

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    1. Santi, me alegro de que te guste. Muchas gracias por tu comentario.

      Te deseo muchos éxitos en tu lucha por mantener viva esa "especie en peligro de extinción" que son los pueblos, sus gentes y su cultura.

      Un cordial saludo

      Julio Alberto G.

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  5. angel@parquelineal.es3 de noviembre de 2017, 3:15

    Julio:
    Qué enorme privilegio poder gozar de tu amistad, y qué satisfacción que nos permitas compartir tanto conocimiento rescatado del olvido y tan sabias lecciones sobre la vida y la tierra de tus ancestros.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Ángel, muchas gracias por tu comentario y por visitar nuestro blog.
      Para mí también es un placer contar con tu amistad y poder disfrutar de tu sabiduría multidisciplinar en los momentos que coincidimos.
      Con los ánimos que me das no me queda más remedio que seguir luchando y aportando mi pequeño granito de arena a la tan olvidada cultura del mundo rural.

      Un abrazo

      Julio Alberto G.

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